19 noviembre 2006

Mártires de la Octagenareidad

Domingo, 19 de Noviembre; madrugada...

Guiados por la buena primera impresión de la visita anterior, Rómulo y Remo volvieron a Cappi Club. Cometiendo el primer gran error de hacer presencia antes de la hora decisiva entre una noche amena y jolgoriosa y una noche de amargos.

1 AM...

El ambiente es vacilantemente prometedor; varias mesas inclinadas a la femeneidad y un constante ingreso de nuevos clientes. Pasados un par de minutos, sube al escenario un grupo de 3 humanos sin mucha visión estética (inclusive que lo diga yo). Los primeros uno o dos temas; del período 90's finales de los 80's... podía mejorar... pero no, nada podía ser tan bueno, las épocas empezaron a involucionar hasta estancarse en temas de ACDC y Credence...

Como era de esperarse, el rango etario del lugar empezó a envejecer, los mercados objetivos de nuestra edad, sabiamente decidieron a abandonar el recinto poco a poco; la media de edad pasó a ser de veinte a veinticino, a de treinta a cuarentaycinco. Tuvimos fé en que este maldito grupejo de pseudo músicos (el vocalista, de vocalista tenía poco) fueran expulsados del escenario, pero no. Solo bajaron un par de minutos, y volvieron a subir.

La orgía de deseos de horizontalidad ocultos en insinuaciones verticales (baile) empezó bordeando las cuatro de la mañana (en capítulos anteriores, a estas alturas llevabamos más de una hora controlando los movimientos de alguna inocente criatura). Había la mitad de gente que en otra ocación y solo habían dos parejas de mujeres bailando solas (que sean menores de treinta años...). Antes de que pudieramos tomar la desición de ir en busca de algunas, un par de veintisietonas se nos acercó y se pusieron a bailar cerca nuestro, teniendo toda la fé del mundo en que a nosotros nos gustaba ese macabro espectáculo. Una de ellas (no fea, pero si bastante D.D.), intentó intercambiar frases con Rómulo, pero mucha atención no ganó...

Rómulo y Remo se acercaron carnívoramente a una pareja de mujeres (una de ellas bastante prometedora, dentro de las opciones existentes), Remo les arrojó un gesto de oferta para unirnos a la danza, pero se miraron, y pusieron cara de "mejor no, esperemos algo mejor aún". Volvimos a nuestros puestos de vigilancia, Rómulo las miraba sonriente, sintiendose psicóticamente victorioso al ver sus caras ahora de "puta que las cagamos, vuelvan por favor!"; pero obviamente no volvimos como grandes estúpidos, o vuelven de rodillas a pagarnos con carne y sangre su arrogancia o se quedan bailando solas con cara de arrepentimiento (lo que diligentemente cumplieron).

Dos pares de caníbales intentaron lo mismo, pero ellas solo dijeron no con cara "no, nosotras vamos a bailar con otros", nosotros solo disfrutamos el hilarante momento. Minutos después vimos a otras dos, no eran los ejemplares más impactantes del planeta, pero para no aburrirse y dibujar un par de caras de esperanzas en rostros femeninos no estaban mal. Nos acercarmos, pero su amiguiismo' y sus otros cuatro amigos no permitieron que hicieramos más que seguir caminando como si ninguna intención hubiesemos tenido... era de esperarse.

La verdad más que eso no pasó, el ambiente ya había sido estropeado brutalmente por aquellos detestables humanos cuasi músicos.

Saliendo del desepcionante lugar aquel, iniciamos camino de regreso a nuestras moradas...

Unos minutos más adelante, un extraño especímen de metro sesenta se nos acercó a pedir un cigarro (ya con uno en la mano...), comunicamos en lenguaje humano que no poseíamos hierbas procesadas aquellas y en un atrevido movimiento sin mucho control, osó hacer contacto con su mano en mi hombro, intentando seguramente lo que se llama "empujar"; ya sin mucha buena disposición, giré en 160 grados para verle la cara y volí a repetir exclamatoriamente que no tenía los putos cigarros, aproveché de girar la mirada un poco más para mirar la vereda de en frente y divisé a cinco o seis engendros similares observando y disponiéndose a hacer algo más, por lo que mi sentido común solo me dijo "déjalo, sigue caminando, no importa". Pero la escoria con ojos aquella hizo algo más; levantó lentamente una pierna, sin mucha flexibilidad, hasta un metro o un metro diez del suelo en dirección mía, mis reflejos (que alguna vez en mi vida tuvieron un par de meses de entrenamiento) guiaron mi mano hacia atrás para intentar aferrar la pierna y enviarlo directamente a piso, pero cuando lancé la mano me dí cuenta que el pié estaba a más de un metro de mi cuerpo (todavía estoy pensando si eso fué un intento de patada o no). Habiendo entendido que mucho sentido no tenía, el confrontar dos hombres de cerca de metro ochenta con nociones de combate, contra un pequeño ejemplar maipucino, no en sus totales capacidades mentales, preferí seguir caminando y cambiar el tema, no merecía más que eso...

En fin, hubieron más eventos intercalados, pero esta patética noche (que ni grandes mujeres, ni grandes gestas ofreció...) no merece más pixeles en este honroso blog.

Remo.

No hay comentarios.: